Escala conflicto de maíz transgénico entre México y EEUU

La controversia en torno al uso de maíz transgénico ha tomado un nuevo rumbo, intensificando las tensiones entre México y Estados Unidos y generando un conflicto comercial de grandes dimensiones. A principios de este año, el gobierno mexicano emitió un decreto que prohíbe el uso de maíz transgénico en la producción de masa y tortillas, así como su sustitución gradual en productos de consumo humano y animal.

Este movimiento ha desencadenado un enfrentamiento que ahora involucra intereses científicos, comerciales y medioambientales. En junio, Estados Unidos oficialmente llevó la controversia a las consultas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), alegando que las restricciones impuestas por México carecen de fundamentos científicos y son inconsistentes con las obligaciones comerciales bajo el T-MEC.

México sostiene firmemente su posición contra el maíz transgénico, haciendo hincapié en la protección de la biodiversidad y la salud humana. Además, expertos en la materia advierten sobre los riesgos ambientales y la posibilidad de contaminación que las semillas transgénicas pueden representar para las variedades de maíz nativas, así como la falta de evidencia científica que respalde la seguridad del maíz transgénico.

La preocupación latente radica en que el éxito de la restricción mexicana al maíz transgénico podría establecer un precedente para otras naciones, generando un efecto dominó que perturbaría el comercio global del maíz. En un giro reciente, Estados Unidos solicitó la creación de un panel de solución de diferencias en el marco del T-MEC después de que las consultas formales no lograran resolver las profundas diferencias.

El conflicto también impacta el comercio multimillonario entre ambos países. México es un importante importador de maíz amarillo de Estados Unidos, con un volumen de 17 millones de toneladas al año, valorado en casi 6000 millones de dólares. Mientras tanto, México sigue siendo un productor clave de maíz blanco, y se espera que la producción alcance 28.5 millones de toneladas en 2023, un incremento de dos millones de toneladas en comparación con el año anterior.

A medida que esta controversia se profundiza, México ha buscado la cooperación de Estados Unidos para realizar una investigación conjunta sobre los efectos del maíz modificado genéticamente en la salud humana. Sin embargo, a principios de agosto, un funcionario mexicano de alto nivel reveló que Estados Unidos ha rechazado participar en esta iniciativa.

Este conflicto pone en evidencia tanto las preocupaciones científicas como las implicaciones económicas que rodean el uso de maíz transgénico. La disputa no solo se centra en la seguridad alimentaria y los impactos ambientales, sino también en las implicaciones comerciales y la posible influencia en otros países que enfrentan decisiones similares. 

Mientras México busca salvaguardar sus recursos agrícolas tradicionales y proteger la biodiversidad, Estados Unidos defiende su industria biotecnológica y su posición en el mercado global.